Si tu bolsillo te lo permite, no te lo pienses. Es, para mí, el mejor hotel de la ciudad por su situación, su encanto y la calidad de sus servicios. Se encuentra en un antiguo palacio que fue propiedad de la Emperatriz Eugenia de Montijo, mujer de Napoleón III, a escasos 200 metros de la Catedral. Este hotel-boutique dispone de fitness y spa, restaurante con cocina de autor basada en productos de la tierra, parking propio y una decoración y trato muy cuidados. Si vienes con tu coche, asegúrate de hablar con la recepción para que te expliquen bien cómo llegar hasta allí de la manera más sencilla.